viernes, 19 de junio de 2015

EFECTOS DEL TABACO SOBRE LOS DIVERSOS ORGANOS




Conociendo los poderosos venenos contenidos en el tabaco, es fácil comprender porque el fumador sufre su acción lenta, pérfida y perjudicial desde el día en que fumó su primer cigarrillo (y que el organismo reacciona y rechaza produciendo vértigos, náuseas, vómitos, dolor de cabeza y adelgazamiento muscular) y que por el exceso puede producir su muerte. Ningún órgano puede liberarse de la acción perjudicial de su tóxico fatal.

Sobre los riñones: Cuando una persona fuma, el veneno que ingiere debe ser eliminado de algún modo. Una parte se dirige a los pulmones y con el olfato se percibe por medio de la respiración. Un poco es eliminado por la transpiración de la piel. Más la mayor parte del veneno es expelida por los riñones, los que primeramente se congestionan, luego degeneran, tornándose enfermos y produciendo albúmina. El tabaco es el responsable por el enorme aumento de las dolencias renales tales como nefritis, uremia, cálculos renales, etc.

Sobre el hígado: Este órgano, que desempeña tan importante función antitóxica, es el primero que recibe la nicotina y demás venenos que contiene el cigarrillo, cuya acción trata de anular, aunque solo en parte, intentando salvar a los demás órganos del cuerpo. El resultado es la inflamación hepática, seguida de sus consecuencias irreversibles.

Sobre el corazón y las arterias: Todos los venenos contenidos en el tabaco tienen una acción inflexible y marcada sobre el músculo cardíaco, produciendo en él lesiones diversas, muy bien conocidas por todos los médicos y por los fumadores.

Atacan las arterias produciendo artritis, aneurismas, espasmos, arteriosclerosis, angina de pecho, etc. La hipertensión arterial (presión alta de la sangre) tan frecuente en los fumadores, provoca un gran aumento de trabajo del corazón, provocando con el tiempo males fatales.

Sobre la sangre: La palidez tan característica de los fumadores es debido a que el óxido de carbono producido por la combustión del tabaco, dificulta la oxigenación de la sangre. Está demostrado también que el tabaco destruye los glóbulos rojos, contribuyendo para que se instale una anemia, de igual manera destruye los glóbulos blancos, que tienen tan importante función en el organismo.

Sobre el sistema nervioso: El humo, así como el opio, actúa especialmente sobre el sistema nervioso. Aunque en una pequeña cantidad es muy perjudicial para la delicada estructura del cerebro y los nervios. La neurastenia y un buen número de desórdenes nerviosos pueden ser atribuidos al tabaco. Una de las consecuencias más comunes en el tabaquismo, es la inseguridad de los nervios provocando temblor. Con el transcurrir del tiempo, ese temblor se instala para siempre, notándose de modo especial cuando el fumador escribe, asegura con la mano un objeto o realiza un trabajo delicado. El primer síntoma alarmante es cuando el fumador no consigue levantar la mano a una cierta altura, sin que le produzca temblor. El prolongado uso del tabaco está reconocido como una de las causas de perturbaciones nerviosas.

Sobre los pulmones: El efecto sobre los pulmones es desastroso. El cáncer de pulmón aumenta paralelamente con el consumo del tabaco. Son bien conocidas las faringitis, las laringitis, las bronquitis y la tos de los fumadores, así como las inflamaciones y úlceras de estómago.

La pérdida de la memoria y del apetito, los dolores de cabeza, el adelgazamiento, son el camino cierto que el fumador debe recorrer. Ningún órgano escapa a la acción continuada y dramática de este gran tóxico.

El tabaco y el alcohol son los dos mayores enemigos del intelecto, ya que con el tiempo embotan el cerebro y cada célula destruida nunca más se recupera.

Así como la polilla destruye la ropa, el tabaco también destruye el organismo del fumador.

De la misma manera que el fumador consume el cigarrillo en la boca y lo convierte en cenizas, así también su salud poco a poco es consumida, convirtiéndose en cenizas sus energías vitales y casi siempre con grandes sufrimientos y dolores.-

Artículo traducido de la Revista ECOS del Centro Rosacruz de San Pablo, Brasil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario