jueves, 16 de febrero de 2023

LA MISION DE SALOMON EN EL MUNDO


LA MISIÓN DE SALOMÓN EN EL MUNDO

La Biblia, el maravilloso libro de las épocas

Corinne Heline

La leyenda nos relata que el nacimiento de Salomón fue presenciado por una Recepción de Ángeles que cantaban coros triunfantes igual que lo hicieron en el nacimiento de Jesús. 

También se dice que el Arcángel Gabriel, guardián de las madres y de los niños, estuvo presente para derramar su bendición sobre el infante. 

Natán, un profeta de Dios que guio a David en los caminos de la Verdad, fue nombrado maestro y guardián del joven Salomón.

Entonces el muchacho creció y se desarrolló en un ambiente de rectitud y sabiduría, y de esta manera se le preparó para realizar su gran trabajo para la elevación de la humanidad. 

Un día, cuando Salomón tenía alrededor de trece años de edad, el tribunal se reunió en el majestuoso Corredor de los Cedros, cuando un ángel se le apareció y colocó una hoja dorada en las manos del Rey David. 

Sobre esa hoja se hallaban inscritas unas preguntas en caracteres místicos. David anunció: 

“Aquel que conteste estas preguntas me sucederá como el rey de Israel.” 

Entonces leyó: 

“¿Qué es todo y que es nada?” 

Rompiendo el silencio que siguió, sólo Salomón pudo replicar: 

“Dios es todo y el mundo es nada”. 

David continuó leyendo. 

“¿Qué es lo que más importa y que es lo menos?

” Una vez más, Salomón fue que replicó: 

“La paz es lo que más cuenta y lo menos es el miedo”.

El más notable trabajo de Salomón fue la construcción del gran Templo de los Misterios. 

Las enseñanzas que emanaron desde allí servirían a toda la actual Quinta Raza Raíz a lo largo de su duración evolutiva. 

El Monte Moria, al igual que el Monte de los Olivos previamente referido, era un territorio de enorme poder espiritual. 

A Salomón se le instruyó que erigiese un magnífico Templo sobre aquel monte y que lo dedique en servicio al divino propósito de llevar a cabo la redención de la humanidad. 

Se le ordenó que Cristo Señor sea recibido en este Templo y que el maravilloso significado y misión de Su llegada hacia nosotros debiese comunicarse desde allí.

Sin embargo, la humanidad no vivió de acuerdo con los preceptos divinos de Salomón y más tarde los servidores del templo no le reconocieron cuando el Mesías esperado llegó. 

Por lo tanto, el día de la Crucifixión fue el inicio de la ruina del Templo. Era solamente cuestión de tiempo antes de que ocurra su completa destrucción. 

Anticipándose Jesús al destino de Jerusalén y del Templo, lloró por la desventura que a uno y otro les sobrevendría. 

Sabía que los habitantes de la ciudad serían incapaces de plasmar el elevado destino que se les había preparado. 

Y al contemplar los largos siglos venideros, vio un futuro lleno de conflictos y guerras devastadoras y sus consecuencias de tristeza, dolor y muerte que acontecerían antes del día de la redención.

David y Salomón, ambos Iniciados, vinieron a la Tierra a trabajar por la regeneración de la raza humana en anticipación al grandioso advenimiento del Señor Bendito. 

Sin embargo, no fueron ellos los que fallaron sino toda la Quinta Raza Raíz. Gracias a sus poderes Iniciáticos, Salomón logró controlar a los habitantes de los reinos superiores e inferiores. 

Se le abrieron los cuarenta y nueve caminos de la sabiduría, según establece la leyenda mística (4 más 9 suma 13, el número iniciático que pertenece a la entonces inminente Dispensación Cristiana.) 

Aun más, transmutó los brutales poderes de los demonios en otros que servirían en favor del hombre. 

Controlaba los Espíritus de la Naturaleza y a voluntad podía enviarlos a los más remotos confines del mundo. 

Salvó a muchas personas que estaban esclavizadas por el castigo de la obsesión.

El macrocosmos es un reflejo del microcosmos. 

El cuerpo físico del hombre, su templo, es un reflejo del Templo solar del universo. 

El Maestro impartió la enseñanza que este templo humano sería el que debe ser destruido y entonces, a través de la Iniciación, ser levantado nuevamente al cabo de tres días. 

En la masonería mística, es el Templo erigido por dos reyes y por el hijo de una viuda. 

Éste último, de nombre Hiram de Khurum, llegó a ser el Maestro Constructor – su nombre significa ELEVADO, BLANCO, ASCENDIDO. El Rey Salomón representa el corazón. 

El Rey Hiram de Tiro, la cabeza. Hiram, el maestro constructor y un hijo de la viuda, simboliza un aspirante que trabaja para unir el poder amoroso del corazón con el intelecto de la cabeza.

A cada candidato masón se le advierte que mantenga sus herramientas de trabajo en la columna de Joachim, la cabeza. Boaz, la columna femenina del corazón es el pilar caído que no puede ser levantado hasta que el poder del amor equilibre aquel de la razón. 

La columna de Boaz reasumirá su posición erguida sólo cuando el amor verdaderamente constituya “el cumplimiento de la ley”. 

Estas son las dos columnas que guardan la entrada de todos los Templos Iniciáticos y cada neófito tiene que pasar entre ellos en su búsqueda de Luz.

Muchas son las leyendas conectadas con el Lago de Bronce. 

Este mar, en forma de una flor, era (y está) sostenido por doce bueyes. 

Como hijo de la viuda (el neófito), se convierte en maestro constructor mediante la alquimia de la transmutación dentro de sí mismo y su “mar de bronce” se convierte en un cristal donde los esbozos del pasado, del presente y del futuro están indeleblemente impresos.

Esta habilidad le capacita para transformar su vehículo físico en el “vehículo florecido” de un Iniciado –una labor realizada bajo la guía e instrucción de las doce Jerarquías Zodiacales. 

Aquella ejecución le erigió a Salomón entre los hombres más sabios de todos los tiempos. Y el “mar” sobre el cual se paró para saludar a la Reina de Sabá simboliza su “mar de bronce” personal.

El trono de Salomón fue modelado con el oro fino de Ofir, incrustado con mármol y con raras joyas. 

En cada uno de los seis escalones que conducían a aquel, había dos leones de oro y dos águilas doradas parados cara a cara, indicación de la Era Leo-Acuariana y de sus pioneros, que habían aprendido a construir el glorioso cuerpo de luz caracterizado por el Templo de Salomón.

Ningún hombre cayó enfermo durante los siete años que duró la construcción del Templo, ni se deterioró la condición perfecta de sus herramientas. 

“Al terminarse, el Templo brillaba como una colina dorada asentada sobre una montaña de plata. El altar de bronce se amplió tanto que podría abarcar la TIERRA. El mar de bronce envolvía el espíritu de todas las AGUAS. 

La cortina agarraba y sostenían la trémula sombra del AIRE azul; y los candelabros, la gloria del FUEGO celestial.” 

Rodeando el Templo estaba el bosquecillo de árboles dorados preñados perpetuamente de frutas que caían solamente cuando se acercaba un enemigo. 

Había dentro del santuario una vara de marfil, cuyo roce hería al corrupto pero era inofensiva al puro. 

Al interior del santuario había una pared que permanecía transparente, pero se obscurecía cuando se aproximaban los indignos.

En la dedicación del Templo, las palabras que siguen fueron habladas por el Señor, manifestación de la ley espiritual: 

“He santificado esta casa que me has edificado, a fin de que permanezca en ella Mi nombre para siempre; y en todo tiempo Mis ojos y Mi corazón estarán fijos sobre este lugar” 1 Reyes 9:3. 

La leyenda dice que Salomón colocó una llave dorada en la puerta del Sancta Santorum al ritmo de la música y cantos celestiales: 

“Abrid bien la puerta de entrada del Sagrado de los Sagrados, que el Rey de la Gloria puede ir a su descanso”.

En Amoroso Servicio

Fraternidad Rosacruz de Mexico


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