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LA NECESIDAD DE LA TRANSMUTACION PARA LA CURACION
El plan original de evolución para la ola de vida humana no implicaba tristeza ni sufrimiento.
Sin embargo, en la última parte de la Época Lemuriana, los Espíritus Luciferinos penetraron la conciencia de la humanidad femenina, imbuyendo el cuerpo de deseos con el principio de la pasión.
Como resultado, la humanidad utilizó ignorantemente la fuerza creativa divina, desarrolló un desequilibrio en la naturaleza y quedó sujeta a innumerables enfermedades.
La corrección de este desequilibrio, la restauración de la armonía dentro de la naturaleza del hombre, requiere un cambio de conciencia: la transmutación de las propensiones egoístas inferiores en cualidades del Yo espiritual superior.
Cristo Jesús le dijo a la mujer pecadora. "Vete y no peques más".
Así, indicó que era necesario un cambio en su vida para que su alivio durara.
La clave para la curación, entonces, se encuentra en la Regeneración.
Cristo es una encarnación del Principio Amor-Sabiduría, y el Cristo Interior abre la puerta a la regeneración y el bienestar.
El Cristo, como Principio Amor-Sabiduría, es la expresión del segundo Aspecto del Dios Triuno.
Este Aspecto es el principio de armonía y amor, lo opuesto a la naturaleza discordante de los Espíritus de Lucifer.
A medida que cultivamos el Amor de Cristo dentro de nosotros y lo manifestamos a nuestros semejantes, automáticamente liberamos los poderes infinitos del Espíritu y eliminamos las tendencias hacia el egoísmo, la pasión, el odio, la codicia y otras manifestaciones burdas del yo inferior.
La salud llega simultáneamente con la transmutación de cualidades inferiores a niveles superiores, aunque los cambios necesarios en los vehículos durante el proceso de transmutación pueden traer malestar temporal.
En última instancia, cada individuo que persista en el Camino espiritual realizará un ajuste completo.
La Regeneración se logrará para toda la humanidad y la salud prevalecerá.
Traducido por la Fraternidad Rosacruz de Mexico de la Revista
Rayos de la Rosa Cruz, abril de 1980.
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