UN PROVERBIO
Revista Rayos de la Rosacruz
Diciembre 1918
Entonces será semejante el Reino de Satanás a un grano de semilla de tabaco, que, aunque sumamente pequeño, al ser arrojado a la tierra creció y se extendió y se convirtió en una gran planta, de modo que enormes y viles gusanos hicieron allí su morada.
Y aconteció que con el paso del tiempo los hijos de los hombres la contemplaron y la hallaron hermosa a la vista y muy deseable para hacer que los jóvenes parecieran varoniles.
Así que extendieron sus manos y masticaron de la hierba, y a algunos les hizo daño y a otros los hizo vomitar de la manera más repugnante.
Sin embargo, volvieron a masticarla y les fue gustando tanto que se volvieron débiles y poco varoniles y dijeron:
“Somos esclavos y no podemos dejar de masticarla.”
Y la boca de todos los que eran esclavos se volvió asquerosa y fueron atacados por violentos escupitajos, y hasta escupían en los salones de las damas y en la Casa del Señor.
Y los Santos del Altísimo fueron grandemente afligidos por ello.
Y con el paso del tiempo sucedió también que otros la olieron y fueron atacados por violentos espasmos nasales y estornudaron con grandes estornudos, tanto que sus ojos se llenaron de lágrimas y se veían sumamente ridículos.
Y otros más, astutamente, idearon enrollar las hojas y prendieron fuego a un extremo y succionaron con fuerza del otro extremo, y se veían muy serios y con cara de terneros, y el humo de su contaminación subía por los siglos de los siglos.
Y el cultivo de la planta se convirtió en un gran y poderoso negocio en la tierra, y los mercaderes se enriquecieron con su comercio.
Y sucedió que incluso los ministros de la gracia se contaminaron con ello, y los pobres que no podían comprar pan ni libros para sus pequeños, gastaban su dinero en eso.
Y el Señor se disgustó mucho y dijo: “¿Por qué este desperdicio?
¿Por qué estos pequeños carecen de pan, zapatos y libros?
Transformad ahora vuestros campos en maíz y trigo y apartad esta cosa mala de vosotros y sed templados, y no os contaminéis más, y os bendeciré y haré resplandecer mi rostro sobre vosotros.”
Pero todos exclamaron al unísono: “No podemos dejar de masticar, oler y fumar. Somos esclavos de la hierba.”
En Amoroso Servicio
Fraternidad Rosacruz de Mexico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario