viernes, 23 de junio de 2023

TRANSFORMAR LA FORMA EN QUE NOS ALIMENTAMOS


TRANSFORMAR LA FORMA EN QUE NOS ALIMENTAMOS

Reeducación alimentaria para estar en sintonía con el desarrollo espiritual

Observe que ha habido cambios significativos en la dieta que hemos atravesado a través de los siglos y comprenda que muy gradualmente estos cambios continuarán.

Nótese que el deseo de ciertos alimentos era, en el pasado, esencial para la supervivencia y evolución del ser, pero que hoy, la situación es muy diferente, y ciertamente en el futuro será aún más diferente.

En el libro Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas Vol. 2, pregunta 52, Max Heindel nos dice que en el futuro no digeriremos la comida dentro de nuestro cuerpo, sino que extraeremos el Éter Químico e inhalaremos por la nariz, donde entrará en contacto con el Cuerpo Pituitario (La glándula pituitaria se conoce como la glándula pituitaria), órgano general de asimilación y agente de crecimiento, y que este Cuerpo Pituitario es la glándula endocrina gobernada por Urano, el guardián de la puerta de entrada de los alimentos físicos.

Nuestro cuerpo se volverá entonces más y más etérico; 

Los procesos vitales ya no se verán avergonzados por los residuos que obstruyen y, en consecuencia, las enfermedades desaparecerán y la vida se prolongará.

Es significativo, en relación con este hecho, que muchos cocineros no sienten apetito, porque el aroma de los platos que preparan los satisface plenamente.

Por supuesto, esto sucederá en un futuro algo lejano.

Sin embargo, debemos comenzar, ya en esta vida presente, un proceso de adaptación y cambio de nuestros hábitos alimenticios, porque es nuestro conocimiento que nuestra vida depende en gran medida de lo que comemos, y que la reeducación de nuestra forma de comer es algo importante.

Recordemos siempre que "En cada época pasada algo ha sido añadido o modificado en la dieta del ser humano, con el fin de obtener las condiciones adecuadas para alcanzar los propósitos previstos". 

(Concepto Rosacruz del Cosmos, Capítulo IV, Max Heindel en 1909).

En Amoroso Servicio

Fraternidad Rosacruz de México


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