jueves, 22 de junio de 2023

HUMILDAD

 


Humildad

 Alcanzar la verdadera humildad es una de las cosas más difíciles de lograr en la vida. 

Los seres humanos siempre están sujetos a la jactancia. 

Siempre siente placer, se considera bueno, desinteresado y servicial. 

Con esos sentimientos en tu subconsciente puedes convertir su trabajo en una farsa. 

Cambiando el oro del espíritu por el brillo metálico de la verdad.

¿Cómo extirpar este cáncer que se aloja en lo más profundo del ser humano y compromete su trabajo hacia la perfección? 

Orad y velad, aconsejó San Pablo, con corazón devoto, porque si una oración carece de un profundo sentimiento de devoción, se convierte en un ejercicio automático que no ayuda ni sostiene. 

Debemos recordar eternamente, que Dios está dentro de nosotros, y nuestros éxitos son Sus obras. Sin esta manifestación Divina, ¿de dónde vendría nuestra gloria?

La vanidad humana puede frustrar por completo el propósito de nuestro camino para alcanzar la sublimación y la perfección de nuestra divinidad en la transformación del vil metal en oro del espíritu.

Para alcanzar la perfección, el camino es largo y desigual. 

Pensar que al no ir en contra de las leyes humanas seremos virtuosos es una ilusión. 

Cuanto más brilla la luz, más nítidas son las sombras y cada vez podemos descubrir más fallos, de los que antes ni siquiera éramos conscientes. 

Cuando nos damos cuenta de este hecho, nuestra reacción no debe ser de consternación.

Debemos agradecer al Señor la oportunidad de poder sublimarlos, porque como todo es eterno, como nada se pierde, como todo se transforma, la sublimación es el único camino que podemos tomar para realizar humildemente la obra.

Los golpes no deben dar oportunidad al orgullo, ya que, en un abrir y cerrar de ojos, podemos tropezar y todo nuestro orgullo puede hundirse, ya que la salud corporal o mental puede ser arrebatada, la lucidez del espíritu puede desvanecerse.

El reconocimiento, los elogios de los demás son otros obstáculos en el camino, que obstaculizan en lugar de ayudar a progresar. 

Cuando preguntamos: 

¿reconocen mi trabajo? ¿Observan mi progreso y dedicación? 

¿Me consideran? 

Son sugestiones de vanidad del Yo inferior. 

Si realmente queremos alcanzar el camino recto y angosto, es bueno abstenerse de estas sugerencias. 

Si somos honestos con nosotros mismos, los reconocimientos no sirven de nada, sabemos cuánto tenemos que mejorar, luchar, purificar nuestros rechazos y antipatías y aprender a amar.

La verdadera paz y armonía solo se puede lograr con la humilde aceptación y la conciencia de que todo lo bueno, verdadero y bello proviene de nuestro Padre Divino interior que quiere salvarnos, dignificarnos e iluminarnos para que podamos alcanzar nuestra meta, la unión total.

En Amoroso Servicio

Fraternidad Rosacruz de México

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